20/4/08

Puente la Reina / Gares

Llegar a Gares (Puente la Reina de Navarra) es dejar el bullicio atrás. Sus casas de color arena y sus calles empedradas detienen el tiempo sin querer. puede que ayude algo que he llegado a la hora de comer y no hay ni un alma por la calle.

Ya no recordaba cómo era parar. Sentarme en cualquier pedrusco, escuchar primero el silencio y después, poco a poco los sonidos que vienen solos. El discurrir del agua, los gorriones, las hojas mecidas por el viento... todo ello amenizado con los cacareos y demás de una panda de gallinas, gallos, cu-cús, pavos reales y otras bestias que están en unas pajareras al lado del albergue.

El pavo real me ha dado la bienvenida. Muy presumido él. Ya os enseñaré afotos.

he llegado casi con lluvia. que yo recuerde, siempre que vengo por aquí acaba por llover.

Por la tarde ha salido el sol y hasta hace calorcito. la comida estupenda y el ambiente distendido. tokiski es guiri. Hala, a espiquinear unos días. mejor, así desconectaré más.

Las gentes de los lugares por donde pasa el camino son de otra pasta. Cuando ven a alguien con la mochila o con las botas gordas y, por supuesto, cara de más perdido que una mona en un garaje, siempre están con la sonrisa puesta y la indicación pronta. Una gozada, vamos.

Yo pensaba que este pueblo era mucho más grande de lo que es en realidad. Tuve un amigo en el instituto que venía aquí a veranear y siempre lo recordaba con cariño (un beso, Dani, aunque no me leas), supongo que como todos los peques que hemos crecido en un pueblo.

Bueno... ¿por dónde iba? Ah, sí, quería comentar que, aunque es un pueblo pequeño, he contado, así por lo bajo, 3 iglesias y un convento. La iglesia mayor, dedicada a San Pedro es una iglesia oscura, con mucha luz artificial y mucho ornamento. La pequeña ermita que tengo al lado del albergue pertenece a los padres reparadores (o dehonianos, como se denominan en el extranjero). La luz que entra a través de las ventanas queda difuminada por mamparas de pergamino que evitan que penetre el frío. es una iglesia muy austera, sólo cuenta con un santo cristo crucificado en un árbol y una pequeña virgen con un niño. Una única vela tilila al lado del contenedor del santo cuerpo. Hay menos luz que en la iglesia mayor, pero se respira más calidez.

En otra cosa en la que me fijo (sí, ya sé que soy rarita) es en las casas. La belleza de las ciudades se mide por la belleza de sus casas (vamos, pienso yo) y este lugar es muy hermoso. Pueden verse escudos heráldicos labrados en piedra encima de las puertas de muchas viviendas. Los portalones dan paso a entradas amplias y austeras y los balcones pueden presumir de una forja muy lograda, incluso sorprendente. Todos los tejados son rojos y las paredes de obra vista o de piedra granulosa. Un conjunto realmente digno de ver.

Bueno. Hoy he tenido más tiempo que el normal. Seguramente lo que venga a partir de aquí sean telegramas. Nusvemus.

Chitos.

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