28/4/08

Estoy en casa

Pozezo.

Después de escribir el último mensaje, me puse enfrente de un pincho de tortilla y un refresco, a la sombrita en una terraza con la intención de quedarme en el pueblo a dormir. En esas que llegaron un par de alemanes con los que he compartido risas y cenas durante más de 4 días y me convencieron para seguir. El caso es que acabé la etapa muerta de risa y de cansancio. En estos tres últimos días he avanzado mucho más de lo que me pensaba, así que, una vez llegada a Burgos, me he vuelto a casa.

La experiencia ha sido muy gratificante, he traído historias para llenar unos cuantos días de blog y cansancio para dar y vender. Pilas cargadas a tope y esta semanita de relax.

Nos vemos.

Chitos.

26/4/08

Albergue auténtico

Ayer me fue imposible acceder a Internet. En una parada del camino, unos señores me aconsejaron no quedarme en el albergue de Santo Domingo de la Calzada y continuar hasta Grañón. Total... sólo son 4 km más. Y eso hice.

Pero menudos 4 km.... camino de tierra... blanco... polvazo... las 2 de la tarde... todo subida... sin una mísera sombra... arf arf arf....

Una vez llegada al pueblecito de marras (mu mono, eso sí).

- El albergue está debajo del campanar de la iglesia, me dice un aldeano. (Chungo, pienso yo...)

Y hala... allá que me voy... unas escaleras de tres palmos de altura... estrechas... que casi me rozan los bastones en las paredes... oscura oscura como la boca del lobo... y a la que veo la habitación para compartir... ¡No hay camas!. Colchonetas al suelo, tipo tatami... y ¡Hala! apáñatelas como puedas. Y de internet o comodidades extras... ni pensar, vamos... En ese momento empecé a maldecir al señor que me había aconsejado ir hasta aquel pueblo de malamuerte pudiéndome quedar en Santo Domingo. Me puse de bastante mala leche, pero como estaba tan derrengada, lo dejé para otro día. Me duché, me puse ropa limpia y me fui al bar de enfrente a comer algo.

El bar en cuestión era un tipo salón de pueblo. Se llama "Sindicato", el nombre lo dice todo. Pretendía comerme un buen filete con patatas o algo de pasta o algo de arroz, cuando la buena mujer me dice que sólo le queda ensalada y lomo con pimientos.... ya empezaba a caérseme el mundo encima.... bueno, me dije, mejor eso que la lata de ensalada que llevo en la mochila.

Así que comí lo que me pusieron, volví al Albergue (por llamarlo de algún modo) y me metí en mi saco dispuesta a no moverme hasta el día siguiente.

En esas que, a las dos o tres horas, empezó a llegar gente conocida. Todos sorprendidos por cómo era el albergue.

Cuando me cansé de estar estirada, me fui a la sala común o comedor a ver cómo les había ido el día a la gente conocida. Los hospitaleros habían hecho un cazuelón de lentejas para compartir con quien quisiera y me enteré que era costumbre en ese lugar hacer la cena y el desayuno en común.

Así que, como a mí me cuesta poco arremangarme, me puse a ayudar con las ensaladas y la macedonia de frutas. Estaban muchos de los amigos peregrinos que ya tengo en el camino. Generalmente cenamos juntos porque coincidimos en los albergues. Cuando tenga más tiempo haré una entrada con todos estos personajillos que me voy encontrando. Hay alguno muy curioso.

Así que acabamos por cenar 30 personas, compartiendo las lentejas y las ensaladas, el pan y el vino, la sal y el agua. Estuvo muy bien. Hablamos de muchas cosas y practiqué varios idiomas (para variar).

Así que, al fin y al cabo, ha sido la mejor noche de toda la ruta, el señor me aconsejó muy bien y estoy encantada con este albergue tan auténtico. Y es la noche que mejor y más he dormido. Por mucho tatami que fuera, creo que ha sido la cama más cómoda que me he encontrado a lo largo de todos los albergues.


Hoy no me he levantado más tarde de lo normal. He ayudado a hacer los desayunos y, cuando he acabado el mio, he cargado los trastos y he salido. Eran las 8. Demasiado tarde. Hoy el sol ha caído a plomo y no corría ni una brizna de viento. Uno de mis compañeros alemanes se quejaba del calor y yo le he dicho algo así como : "Bienvenido a Castilla". Esto es lo que te vas a encontrar de aquí a León. Mucho camino llano y poca sombra.

Hoy he caminado poco. Quiero acortar las etapas para poder ver Atapuerca con calma. Así que estos días, la crónica será temprana.

Si tengo ganas y tiempo después pondré la que quería haber colgado ayer.

Chitos kon b patokiski

24/4/08

Bienvenidos a la meseta

Uff... qué calor, qué etapa más larga, qué cansancio. No siento las piernas (y no es un dicho). Antes de ir a sestear, mando la crónica, porque me conozco y ya no me levanto hasta mañana.

Hoy el día ha sido entretenido. 30 km de marcha bastante dura con un sol de los de la meseta, vamos... que esto no es Castilla, pero casi. Menos mal que la brisita era muy agradable. La compañía también. Me he encontrado al salir con un chiquito americano muy majo. Después se nos ha arrimado otro chico aleman también muy divertido.

Ninguno de los dos sabía lo que era una tortilla de patatas y cuando he pedido el pintxo de rigor en la primera parada, se han quedado extrañados, lo han probado y a la pobre señora casi la dejan sin. Ahora... que al americano... casi le doy dos guantás. Quería ponerle ketchup.... ¡Qué cruz!

Pero bueno... la compañía ha sido muy agradable y mi inglés ha mejorado por momentos. Me he reído mucho hasta que en una parada los he perdido de vista. Supongo que no habrán podido llegar hasta aquí, o llegarán más tarde.

Hoy duermo en Nájera. 30 km de Logroño... ay... mis piernas...

Besos patokiski.

23/4/08

Otro día tonto

Pues eso, muy aburrido, todo pista y sólo dos pueblos en la ruta.

Aprovechando que no hay nada nuevo, os explico que me encontré con unas chicas de Gerona y estuvimos filosofando sobre las maneras de hacer el camino.

Está la gente que camina al estilo nórdico. A sacopaco, se levantan por la mañana muy temprano y hacen tantos quilómetros como les deja el cuerpo. Casi ni miran, van a piñón fijo y hacen pocas fotos.

Después están los que caminan a estilo mediterráneo. Como las chicas dijeron, "somos paseantes del camino". Van con calma y tranquilidad, sacan fotos a todo lo fotografiable y cuando se cansan paran. Esta es, por lo que he visto, la manera de andar de los jubilad@s y retirad@s (que hay un@s cuant@s).

Y, después, quien camina, como aquí la menda, que va medianamente a piñón fijo, pero que si ve algo interesante, pues se para y hace foto. Tambíen tengo que confesar que busco cualquier excusa para pararme durante los 4 o 6 primeros quilómetros. Todo me molesta y me entretiene. Después supongo que los músculos pillan el ritmo y hala... ancha es castilla... to recto hasta el final.


Pues eso... Ya estoy en Logroño, la etapa se me ha hecho eterna (y eso que era más corta que la de ayer). Hoy me voy a dar la tarde de fiesta.

Nusvemus.

Chitos con b.

22/4/08

Palizón aburrido

Pozezo, hoy me he dado paliza, más de 8 horas caminando. El día chachipiruli, pero la ruta bastante aburrida. Todo pista largalarga y que no se acababa nunca. Parecía que los pueblos estaban en el quinto pino (o el décimo).

Menos mal que el tiempo ha acompañado en condiciones. Solete con nubes y brisita fresca. No ha habido necesidad de paravientos.

Esta es una de esas etapas que curten el espíritu. La gente que pasaba o a la que alcanzaba no estaba para gaitas de hablar y he estado con dos chicas de Zaragoza (de eso me he enterado después) más de 7 km andando codo con codo y pie con pie y sin hablar. Pero el silencio es agradecido.

Lo que sí me ha sorprendido ha sido la "ayuda en camino". Un parroquiano muy amable en Villamayor de Montardín me ha ofrecido café a las 8 y media de la mañana que he agradecido en el alma. Y un Britain me ha ofrecido otro cuando quedaban 5 km para Los Arcos, que he declinado pero sí me he sentado un ratín para cambiar las botas por las zapatillas de treking.

He descubierto que mis botas son una porquería (eso me pasa por comprármelas en rebajas y las más baratas de todas). He notado cada pedrusco del camino en la planta del pie, y menos mal que iba por pista, que si se me llega a complicar la cosa... no quiero ni pensarlo.

Pues aquí la chula de turno (o sea, menda lerenda), como ha llegado a Los Arcos a las 12 y media, ha pensado... Bah... total... el próximo pueblo está a nada y hay albergue. Y, después de un bocata de tortilla de pimientos con cebolla y una coca cola, hala... palante.

Me he maldecido durante los últimos 4 km (de un total de 7). La mochila me pesaba horrores, el calor era asfixiante y el bris ha acabado por quemarme la cara. La última subida ha sido mortal, y encima, en el primer pueblo no había albergue porque hacía 6 meses que lo habían quitado. Después de soltar todas las maledicencias que se me han ocurrido en diez minutos (por lo bajini, que total... tampoco me oye nadie) he llegado por una torrentera peligrosísima a Torres del Rio. Aquí una señora que casi no sabe ni escribir y es de la tierra, regenta un albergue bastante cuco. Tiene todas las comodidades y estas máquinas maravillosas de Internet por un euro. Así que, después de la ducha, el siestorro y poco más, voy a ver si hago una comida-merienda-cena y me meto en la cama que hoy la espalda es la que más se me está resintiendo.

Hala, chitos muchos.

21/4/08

Viene un bris...

Que jode el cutis, decían en el pueblo de mi madre. Pues aquí, igual. Un vientazo fresco (vaya con los de Burgos que al frío le llaman fresco) de narices (heladas por cierto). Ayer llovió, pero barro he encontrado poquito. Toda la etapa está preparada y han cortado los caminos normales, así que te desvían por una pista con grava calcárea y se camina bastante bien. He tenido que usar el chubasquero de paravientos porque era con lo que sí tenía problema.

Todavía no controlo los horarios del sol. Creo que podré dormir media hora más mañana. El camino hasta Lorca, bien, es casi todo pista y calzada romana. El último tramo hasta el pueblo es quizá el más empinado de la etapa. Se pueden desayunar en el albergue unos buenos pintxos de tortilla.

La intención era quedarme a pasar la noche en Estella. Pero me han dicho que el albergue de Ayegui estba casi vacío y la gente es muy amable. Un inconveniente, el hospitalero es alemán y no entiende ni papa de castellano, así que hay que hablarle en inglés. No, si yo de esta salgo políglota.

Porque he estado casi toda la etapa con dos señoras francesas muy majas y, claro, también practicando la lengua de Zolà.

Hala, mañana más y mejor. Chitos, no se me cansen, que ya me canso yo por tod@s.

20/4/08

Puente la Reina / Gares

Llegar a Gares (Puente la Reina de Navarra) es dejar el bullicio atrás. Sus casas de color arena y sus calles empedradas detienen el tiempo sin querer. puede que ayude algo que he llegado a la hora de comer y no hay ni un alma por la calle.

Ya no recordaba cómo era parar. Sentarme en cualquier pedrusco, escuchar primero el silencio y después, poco a poco los sonidos que vienen solos. El discurrir del agua, los gorriones, las hojas mecidas por el viento... todo ello amenizado con los cacareos y demás de una panda de gallinas, gallos, cu-cús, pavos reales y otras bestias que están en unas pajareras al lado del albergue.

El pavo real me ha dado la bienvenida. Muy presumido él. Ya os enseñaré afotos.

he llegado casi con lluvia. que yo recuerde, siempre que vengo por aquí acaba por llover.

Por la tarde ha salido el sol y hasta hace calorcito. la comida estupenda y el ambiente distendido. tokiski es guiri. Hala, a espiquinear unos días. mejor, así desconectaré más.

Las gentes de los lugares por donde pasa el camino son de otra pasta. Cuando ven a alguien con la mochila o con las botas gordas y, por supuesto, cara de más perdido que una mona en un garaje, siempre están con la sonrisa puesta y la indicación pronta. Una gozada, vamos.

Yo pensaba que este pueblo era mucho más grande de lo que es en realidad. Tuve un amigo en el instituto que venía aquí a veranear y siempre lo recordaba con cariño (un beso, Dani, aunque no me leas), supongo que como todos los peques que hemos crecido en un pueblo.

Bueno... ¿por dónde iba? Ah, sí, quería comentar que, aunque es un pueblo pequeño, he contado, así por lo bajo, 3 iglesias y un convento. La iglesia mayor, dedicada a San Pedro es una iglesia oscura, con mucha luz artificial y mucho ornamento. La pequeña ermita que tengo al lado del albergue pertenece a los padres reparadores (o dehonianos, como se denominan en el extranjero). La luz que entra a través de las ventanas queda difuminada por mamparas de pergamino que evitan que penetre el frío. es una iglesia muy austera, sólo cuenta con un santo cristo crucificado en un árbol y una pequeña virgen con un niño. Una única vela tilila al lado del contenedor del santo cuerpo. Hay menos luz que en la iglesia mayor, pero se respira más calidez.

En otra cosa en la que me fijo (sí, ya sé que soy rarita) es en las casas. La belleza de las ciudades se mide por la belleza de sus casas (vamos, pienso yo) y este lugar es muy hermoso. Pueden verse escudos heráldicos labrados en piedra encima de las puertas de muchas viviendas. Los portalones dan paso a entradas amplias y austeras y los balcones pueden presumir de una forja muy lograda, incluso sorprendente. Todos los tejados son rojos y las paredes de obra vista o de piedra granulosa. Un conjunto realmente digno de ver.

Bueno. Hoy he tenido más tiempo que el normal. Seguramente lo que venga a partir de aquí sean telegramas. Nusvemus.

Chitos.

Buenas noches o días

Las 6 de la mañana de un domingo es una hora extraña de mezclas y de gentes.

Es el momento en el que se encuentran los que madrugamos para un fin concreto y los que todavía no se han ido a dormir.

Todos estamos con cara de sueño. Unos con el sabor del primer café y otros con el de la última copa todavía en el paladar. entre la noche y el día, entre lo real y lo onírico; en ese duermevela donde no sabes si estás despierto o todavía roncas; donde en unos lechos todavía no se han enfriado las sábanas y otros todavía están sin deshacer.

Pues eso... Buenas noches, o Buenos días.

Chitos con b

P.D. no habrá imágenes hasta que vuelva, que en estos sitios no te dejan grabar nada.

Más chitos

10/4/08

Día de locos... o no...


7:45: Llegada a la oficina. Qué sueño… un café antes de sentarme delante de la pantalla.

7:58: Me siento. Enciendo el ordenador. Bbbzzzzzzz hala… en marcha….

8:07: Correo… puaj… ¡qué montón de trabajo que me espera hoy...!

8:25: Revisión de temas pendientes… Bufffff me va a dar algo ….

8:33: Tirurí tirurí… (teléfono)…

- ¿Diga? ¿¿¿¿¿¿MANDE LO CUALO??????

8:34: Reunión urgente a las 11. Y me acaban de avisar…. No tengo preparado ni material para repartir, ni fotocopias… ni nada de nada…. Aaggggghhhh odio las prisas que no son por mi culpa….

9:45: Ya me he sentado…. Oig…. ¡¡¡Demonios!!!…. Qué manera de correr…. Y todavía no he empezado a trabajar, como quien dice…

10:30 tirurís tirurís varios… poco trabajo adelantado… demonios… voy a matar al Bell ese que se le ocurrió inventar el teléfono de las narices…

10:40 Tirurí tirurí… y yo con cara de pocos amigos… grgrgrgrgrgrgrgr….

- ¿Diga?
- Hola preciosa… ya sabía yo que tu voz melodiosa me iba a salir por el otro lado de la línea.

Sonrisa de oreja a oreja, la primera sincera en toda la mañana. Me encanta este tipo. No sé si es que intenta camelarme siempre que llama o simplemente es así. Prefiero agarrarme a la segunda opción.

No es más que otro de los clientes, y ni siquiera el más habitual. Pero existe un feeling… no sé cómo explicarlo… es un señor mayor, a punto de jubilarse pero es de los que primero pregunta cómo estás y después van por faena. Y con el día estresado que llevo hoy… como que se agradece.

Después de cinco minutos largos de conversación tranquila me dice lo que necesita y se lo soluciono. Después de otros cinco o diez minutos más de blablablabla colgamos el infernal (bueno, ya no tanto) chisme.

Mira tú por dónde… ya me he tranquilizado para toda la mañana… si es que… una se conforma con poquito. Hala… sonrisa puesta y a acabar de currar. Ya no me afecta ni la reunión ni nada.

Chitos con b. Gordotes hoy, mira por dónde… me siento generosa

9/4/08

Hospitales y madres


Estoy harta de pasearme por las salas de urgencias del hospital del barrio. Todo este deambular se lo debo a mi “pobre” madre, hipocondríaca donde las haya y que siempre acaba por liarme en sus historias. Sé que peco de blandengue, pero no puedo evitarlo. Cuando me viene con esos ojos llorosos y la nariz colorada, cuando me mira así por encima de las gafas y me dice aquello de..

- Hija mía, no me encuentro nada bien.

Yo entonces me echo a temblar, intento huir, pero sus sollozos y sus suspiros me ablandan. Y ella lo sabe. Y se aprovecha.

La última dolencia es lengua sucia y un nosequé en el estómago. No me extraña. Cada año en primavera pasa igual. Se acabaron los cocidos y las lentejas hasta el otoño, cuando se quite el bañador. Ahora en la nevera sólo hay productos light. De todo, pero bajo en calorías, sabor y consistencia. Lo único que es más alto es el precio. Lo que debería de hacer para bajar esos quilos sería darle a la lechuga y a la zanahoria, que son mucho más sanas y baratas que esas porquerías en las que se gasta el dinero de la pensión.

Bueno, lo dicho. Una vez convencida y arrastrada, aquí estoy, en esta sala de espera, con mi madre enfundada en su mejor vestido y gimiendo ¡Ayes! Cada vez que ve una bata blanca. Porque cuando los médicos o las enfermeras no aparecen se dedica a leer la última novela rosa del escritor de moda. Y yo no sé porque demonios se arregla tanto para ir al hospital.

- Nunca se sabe quien puede verte en esos sitios. Imagina que me encuentro con algún conocido, ¡cómo voy a ir sin arreglarme un poquito!

El “arreglarse un poquito” significa pasarse media hora en la ducha, embadurnarse de crema para el cuerpo de olor a rosas, maquillarse hasta la última peca o granito incordiante que, precisamente le ha salido esa mañana. Revisar todas las arrugas, descubrir alguna nueva y disimularlas lo mejor posible con el último potingue de la marca más cara que hay en el mercado (porque siendo tan cara tiene que ser la mejor). Después se enfunda en ese modelito que se compró hace mucho tiempo y que yo no había visto hasta entonces, y, después de quejarse de que no tiene ropa en condiciones para estos casos (que son una o dos veces al mes) salir hecha un pimpollo de la habitación dispuesta a amargarme la tarde.

No puede decirse que mi madre sea fea, al contrario, sus sesenta y tantos (ni siquiera a mí me los confiesa) los lleva muy bien. Las horas de gimnasio, sus sesiones de masaje, los jacuzzi y los baños de barro, así como algún fin de semana en el balneario de nosedonde la mantienen en forma. Yo siempre digo que eso es un sacacuartos, pero ella me responde que lo necesita, que si su stress, que si sus huesos, que si… el caso es tener excusas para hacer lo que le venga en gana.

También sale de vez en cuando con las amigas de toda la vida. Las que como ella se casaron muy jóvenes en aquellos tiempos y se dedicaron a tener niños y a ser amas de casa que era lo único que sabían hacer y para lo que estaban preparadas. Cada semana montan una merienda en casa de una son los famosos tés con pastas, muchas pastas y, por supuesto, con sacarina. Ese día, mi madre saca el juego de porcelana de Sévres, las cucharitas de plata y el azúcar negro o la sacarina en polvo. Las mujeres llegan a eso de las 4 y se quedan hasta la hora en la que tienen que preparar la cena al marido o a los hijos de turno porque, pobrecitos, no podrían arreglárselas si no estuviéramos nosotras por ellos.

Según ellas, se desviven por sus hombres y sus retoños y después se quejan de la igualdad de la mujer. ¡Si son ellas las primeras que no nos dejan hacer nada!.



P.D. Aclarar que esta no es mi madre, sino la madre de una amiga que la tiene amargadita a la pobre. A mi me toca una como ésta y me hago huérfana, palabritaderniniohesú.


Hala, Chitos.

7/4/08

Almacén


Hoy he visto que han alquilado el local que mi padre hacía servir de taller. Recuerdo el lugar oscuro, sin ventanas, sólo iluminado con luz artificial, todo repleto de cosas, trastos útiles e inútiles.

El local en cuestión tiene forma de U. En el cuadrado principal las paredes están forradas con pilas de cajas de refrescos, unas vacías y otras llenas, la estantería del centro abarrotada de grandes herramientas eléctricas, y la otra pared con los estantes enormes y todas ese revoltijo de tubos de varios grosores y materiales, maderas, tablones de andamio, hierros,... hay estanterías hasta el techo, llenas de cajas cerradas a veces etiquetadas y a veces no. Creo adivinar alguna de botellas de aceite, cava o whisky o algún licor raro, también hay cajas de madera, de esas que hacían antes de las que sobresalen cosas, tubos, espirales, cables,... están demasiado arriba para poder verlas bien.

Por todas partes vas encontrando los más diversos objetos, un congelador para los helados, un lavavajillas que instaló y a los 3 meses tuvo que sacar porque a los señores no les acababa de gustar eso de lavar los platos en el cacharro. La carretilla, el esqueleto del expositor de botellas de cava y el de las antiguas botellas de leche, motores de un sinfín de aparatos, desde lavadoras hasta compresores... Hay que tener cuidado dónde pones el pie o te apoyas, puedes cargarte algo o hacerte daño.

Llegando al ala de la derecha me encuentro una pequeña mesa arrimada a la pared, creo que es de una máquina de coser y, encima, unas estanterías diminutas que contrastan con las grandes que hay en las otras paredes. Es un rompecabezas multicolor, el rincón de las pinturas. Muchísimos botes de esmalte de los más variados y variopintos tonos y tamaños, guardados con mimo desde tiempos inmemoriables. Colores pasados de moda y tan antiguos que se han vuelto a recuperar, multitud de pinceles, brochas, rodillos... de todas las medidas y materiales. Un caos multicolor y divertido.

El ala derecha está destinada al taller. En realidad no es más que un pasillo ancho que va a dar al patio de luces, donde hay un aseo y poco más. El banco de trabajo va de puerta a puerta, de la de la entrada al taller hasta la del patio, debe hacer unos 2,5 m y un metro de profundidad. Está ajado, con marcas de sierra y de taladro llenas de una mezcla de serrín, cola y barniz. La verdad es que hay polvo de madera por todas partes, bueno y del que no es de madera también. Hay que tener cuidado con lo que tocas y con la ropa que llevas, puedes acabar hecho un asquito.

Encima del banco hay más estantes llenos de cosas para trabajar la madera, en el frente unos paneles con todas las herramientas habidas y por haber colocadas en riguroso orden. La verdad es que nunca he visto una sola herramienta tirada, a no ser que se estuviera utilizando para algo. Debajo del tablero pueden encontrarse otras más grandes, la sierra radial, las taladradoras, etc.

En uno de los laterales de la pared hay un panel con interruptores y enchufes. El panel es de madera tosca y los plásticos son de diverso tamaño y color. Mi padre tenía una concepción de lo práctico y el buen gusto un poco particular. En el otro lateral, un mosaico de cajitas diminutas que contienen clavos, tornillos, tuercas, embellecedores y toda clase de objetos pequeños que pueden ser necesarios en un momento dado.

En la pared opuesta al banco se encuentra el material eléctrico. Cajones adosados a la pared llenos de enchufes, conexiones, circuitos, bombillas pequeñas, y vete tu a saber qué. Cada frente de cajón tiene una inscripción a mano con su contenido. Encima, enrollados alrededor de unos clavos grandes incrustados en la pared hay cables gruesos, de antena o de luz, pero de un grosor considerable. No se ve el color de la pared, está todo condensado en tan poco espacio....

El ala izquierda está partida en dos por un altillo que va de pared a pared hasta el fondo del local. En la parte de arriba se pueden encontrar objetos grandes o largos y que no se utilizan con asiduidad. Listones de madera, tubos de cobre o de plomo, maderas de estantería finas, un carro de supermercado (todavía estoy preguntándome de dónde demonios lo ha sacado) y unas cajas, que hasta que no desmantelamos el local no descubrí que contenían toda la loza que había recuperado mi madre del antiguo bar que antes regentaban. Llevaba allí unos 30 años o más, no voy a explicar en que estado de suciedad se encontraban, porque ya se puede imaginar.

En la parte inferior, a la derecha, hay unas abrazaderas incrustadas en la pared para poner cables, pasacables y tubos de pvc de tamaño mediano. Nunca he visto esas abrazaderas vacías. Los cables varían de color y tamaño y están clasificados según la frecuencia de utilidad, o sea, caótico.

A la izquierda hay unas estanterías de megalux que no sé ni qué contienen. Es lo que mi padre llamaba la “estantería del sastre” o sea, que lo que no sabía dónde poner, allí iba. Allí me encontré los cuadros chinos lacados que mi tía me guardó desde que yo era pequeñita. Los tengo atesorados con mucho mimo, espero ponerlos un día en un lugar destacado de mi casa.


Otro día, más cosas.

Chitos con b.

3/4/08

Dia deslumbrante


Hoy he empezado el día con prisas. Me he dormido, en un cuarto de hora me ha tocado ducharme, arreglarme y salir por la puerta si no quería llegar tarde al trabajo y, para variar, me ha tocado correr para pillar el autobús que casi se me escapa. Vamos, empezamos bien…

Uno de los problemas que tenemos los habitantes de las ciudades (me incluyo, palabrita) es que muchas veces somos ajenos a lo que nos rodea y más si vienes con prisas. Inconscientemente se vuelves anónimo entre la multitud y ésta a su vez te vuelve a ti, aunque no quieras. Si intentas que alguien te mire o intentas llamar la atención de algo o de alguien, ya eres un bicho raro.

A veces (no muchas) un pequeño incidente inocente puede acabar con esa coraza que da el anonimato.

Pues después de todas las prisas mañaneras, el autobús estaba medianamente lleno, no abarrotado, pero no he podido sentarme. En esas que un usuario que estaba a mi lado casi se cae de espaldas por culpa de un frenazo. Bueno, casi nos caemos los dos, porque, cual ficha de dominó, se ha abalanzado sobre mí. Menos mal que una es fuerte y esas cosas, si no nos vamos al suelo.

Cuando el (joven, hombre, chico) se ha dado la vuelta para darme las gracias y excusarse (o excusarse y darme las gracias, el orden de los garbanzos no altera el cocido), le he sonreído diciendo que no te preocupes, nos puede pasar a todos… y cuál ha sido mi sorpresa cuando el (joven, hombre, chico) me ha regalado la sonrisa más fantástica que he visto en mi vida.

Ha sido un rayo de luz al amanecer (bueno, es lo que era, casi de noche) y me ha iluminado el alma en un momento. Una de esas sonrisas sinceras y abiertas, con algo de humor y sin ningún tipo de segunda intención. Toda una sorpresa (muy grata, por cierto).

Si tuviera que decir que cara contenía esa sonrisa no podría describirlo, no recuerdo nada, ni los ojos, ni el color del pelo, ni la ropa, sólo la sonrisa que me ha deslumbrado.

Así que si vuelvo a ver a mi anónimo (joven, hombre, chico) y no me sonríe, no voy a poder reconocerlo. Lástima. Aunque ya me ha alegrado el día que se avecinaba desastroso.

Chachi. Chitos kon b patokiski

2/4/08

Edades


No me considero vieja, por ahora. Estoy en una franja de edad que, cuando yo era una quinceañera consideraba que los que estaban comprendidos en ella eran una panda de carcas. Recuerdo que pensaba que cuando alguien ya pasaba de los treinta era ya un viejo. Y mírame, pasados los cuarenta y con más ganas de vivir que mucha gente de veintitantos.

Y ahora resulta que tengo un problema de definición de las personas de mi edad. Nunca sé si llamar a alguien hombre / mujer, chico / chica, o joven, o señor / señora o señorita. Es un problema.

Sobretodo a la hora de describir a alguien. Una persona que tiene una edad indefinida de más de treinta y cincuenta, con todos los cuidados que se toma la gente, como que me pone en un aprieto.

También es un problema si conoces a alguien y todavía no lo has ubicado en la franja de edad, y ya ni te digo cuando alguien te dice esa frase maldita

- ¿Cuántos años me pones?

Yuyu… tiene más de los que aparenta o tiene los que aparenta, pero seguro que intenta que no se noten.

Y yo me pregunto ¿con lo chachi que es hacerse mayor y más sabio? (ejem… ya… a veces se puede tener más edad y ser igual de tontorrón que hace diez o quince años) con lo chachi que es tener más experiencia y más experiencias (y más experimentos hechos). ¿Por qué el paso del tiempo es una cosa tan importante para algunas personas?

Supongo que todo depende de cada quien. Yo estoy muy contenta con mi edad y con todo el bagaje que llevo. Mi pasado me ha hecho como soy y a él le doy gracias.

El futuro, ya llegará cuando quiera, yo estaré por aquí, por si me necesita para algo.

Hala, chitos con b. No se me cansen.

1/4/08

Buenos días


Es posible que a la mayor parte de la gente no le guste madrugar, tengo la suerte, o la desgracia a veces, de que a mí me encanta. No me importa levantarme cuando todavía es de noche y pasearme por las calles casi vacías de la ciudad.

Me gusta notar la frescura de un nuevo día lleno de cosas interesantes y nuevas, así como cosas viejas y esperadas. No me apetece coger el metro, prefiero el autobús, así me da tiempo a ver amanecer entre los edificios. Hoy el cielo se teñía de rojo mientras iba a la parada. No hace mucho frío pero el aire es fresco. Respiro muy hondo. Es la mejor hora.

No es un día diferente a los demás, ¿o sí?. Es la primera jornada laboral de la semana. O yo la veo distinto o realmente lo es, o quizá sean las ganas de empezar con otra mentalidad y otras esperanzas.

Los barrenderos están llenos de energía y los transeúntes llenos de sueño. Sonrío. Es curioso ver a la gente recién duchada y arreglada y con esa cara de dormidos. No puedo ocultar mi sonrisa, parece que forma parte de la nueva vida. La gente que está en el autobús me mira con desconfianza, supongo que no es muy normal que alguien a estas horas esté así. Pero no puedo evitarlo, no soy capaz de ocultar los sentimientos que me inundan. Siempre me han dicho que con la cara pago, tanto si estoy de buenas o de malas, y ahora mismo me siento estupendamente. Hace calor para este tiempo. La verdad es que no hemos tenido demasiado invierno.

Viva la novedad y los descubrimientos, la primavera y el renacer de la vida.

31/3/08

Cambios primaverales


Los cambios de horario siempre me alteran durante unos días (supongo que como a tod@s). Además, si te ha tocado el adelanto (o atraso) de hora con un fin de semana de ajetreo total, todavía peor. El domingo no sabía si hacer caso a mi estómago o a mi sueño o al reloj.

No es lo mismo comer a las 2 que tener que hacerlo a la una porque, como es una hora más... pues eso díselo a mi estómago que no hay manera de que le apetezca nada a esas horas. Pero si luego no cumples los horarios... pues como que vas mal toda la semana.

Y a la hora de levantarse el lunes... ya no digo nada... pero qué sueño..., claro, como es una hora antes... justo la hora que mejor se está en la cama.

Pero bueno... espero que no cueste mucho acostumbrarse. Vamos, lo de cada año.

Chitos kon b.

28/3/08

Barrios viejos, gente nueva


Los barrios antiguos de las grandes ciudades tienen ahora ese encanto de las mezclas de nacionalidades y las culturas. El olor de los barrios cambia, ahora ya no huelen a humedad y a viejo, sino a incienso y especias, a gente nueva con culturas antiguas.

El color también ha variado, las mujeres flotan en trajes de matices inusuales, estridentes y de texturas suaves. Se diferencia con claridad a las autóctonas, con prisas y con la mirada hacia el frente, de las bienvenidas, con paso liviano y mirada perdida en la inmensidad.

Me gusta pasear por esos barrios, fijarme en las diferentes culturas y ver las similitudes y diferencias que hay entre tantos mundos que confluyen en uno solo.

Chitos kon b.

27/3/08

Ideas (o falta de ellas)


No sé de dónde saca la gente ideas para poder actualizar un blog todos los días. Yo me rompo la cabeza y no se me ocurre nada. Ya sé que esto de escribir es un 5% de inspiración y un 95% de trabajo cotidiano, pero si no tienes una iluminación espontánea, por mucho que te esfuerces, no hay nada que hacer.

Además el cerebro es como un músculo, hay que ejercitarlo mucho para que rinda en condiciones y el mío está estos días con agujetas de pensar qué poner en la página cada día.

Supongo que con el tiempo ya le iré pillando el tranquillo a esto, pero, por ahora… sólo tengo que superar el miedo a la hoja en blanco. Y los miedos, sólo se superan enfrentándose a ellos.

Así que, hoy sólo una reflexión cortita.

Chitos con b patokiski.

26/3/08

Silencio...



Silencio. Es algo extraño en mi entorno. La vida laboral y social que llevo últimamente no me deja casi ni respirar. Esta noche tengo una sensación curiosa, por primera vez en meses estoy sola pero no me siento sola.

Es una sensación extraña la de la soledad. A veces aterroriza y a veces serena. La mía es de la segunda especie. Aunque también tuve de la primera, hace ya mucho.

He llegado hoy a casa después de un día complicadillo, he enchufado el ordenador y mientras se ponían en orden todos los programas he aprovechado para ponerme cómoda. Jazz en el equipo de música, chándal, zapatillas, un vaso de leche con cacao calentito… todo perfecto para empezar a bajarme el correo y relajarme un rato.

Pero… al pasar por el salón para llegar al despacho… una sensación casi desconocida me asalta… un sofá solitario me extiende sus brazos amorosos… una manta en un rincón me hace un guiño pícaro para que me deje cubrir por ella… hace demasiado que no les hago ni caso a estos dos utensilios

¿Hace cuánto que no me espachurro en el sofá con calma? Ni lo sé. Ni siquiera recuerdo cuándo fue la última vez que puse la tele para verla y no para sólo oírla.

Me siento en la punta del sofá. Como con miedo… quizá no hago esto más a menudo porque no es cómodo, pero no tengo un recuerdo desagradable del chisme este… Dejo el vaso con el cacao caliente en la mesa y me preparo para enfrentarme a lo desconocido… o más bien a lo olvidado….

Le tomo confianza y me deslizo hacia atrás un poquito… un poco más… hasta apoyar la espalda contra el respaldo. La sensación es muy agradable… acomodo los cojines que tengo a mi alrededor, me quito las zapatillas y subo las piernas… acabo por poner la cabeza en uno de los brazos… y me tumbo… jo… qué chachi que es esto… y yo sin saberlo…

Cierro los ojos… intento relajarme… mi cerebro sigue funcionando a pleno rendimiento. Incluso puedo escuchar el ruido que hacen los engranajes al moverse… respiro profundamente y con calma… la maquinaria empieza a ralentizarse hasta casi pararse… la sensación es nueva pero vieja…

Pillo la manta y me la extiendo por encima… mmm… que calorcito…. Jo… como que… mira tú por donde… esto me gusta…. Creo que me voy a quedar un rato más… quizá hasta que se acaben los tres cds de jazz tranquilo que he puesto. Huys… se me está enfriando la leche… ah… y el correo… y el messenger que debe de estar abierto… bueno… tengo las alarmas quitadas… no me voy a enterar… ¿sabes qué? yo ahora no me muevo que he pillado la posturita… total… que bien que se está aquí… esto… creo que me estoy durmiendo… hala… hasta más ver… que yo aquí estoy muy agustito… mañana más y mejor… creo que esto lo voy a hacer más a menudo… vamos… fijo…

Zzzzzzzz

23/3/08

Verde que te quiero verde (2)




Cuando salgo al campo no sólo voy dispuesta a caminar y ver cosas, también intento poner en marcha otros sentidos.

Ayer llovió, a cántaros, según me han dicho. Yo no me he enterado porque he estado encerrada en casa estudiando (sí, a mi edad y todavía entre libros). Tengo un examen en unos días y, entre el trabajo y la casa, poco tiempo para estudiar. Así que, aprovechando estos días festivos y jolgoriosos, pues eso… estudio un rato.

De todas formas, mis coleguis de esfuerzos montañeros me han liado dos días, bueno, mejor dicho, un día y una mañana.

La mañana de hoy ha sido tan imprevista como fantástica. Hemos ido aquí al lado, a una sierra bastante transitada y muy cerca del mar. Pensábamos que era algo suave, un paseito, y al final se ha convertido en una caminata de tres horas con algún tramo complicado, sobretodo la bajada por torrenteras de arenisca, resbalosas con la humedad.

Como ayer la peña salió de juerga, sólo hemos ido cuatro, los 4 fantásticos. Hemos caminado sin forzar, charlando y haciendo bromas durante toda la travesía. La lluvia y el viento de ayer han facilitado que la visibilidad fuera muy buena y los paisajes han sido espectaculares. He aprovechado para hacer unas cuantas fotos.

La primavera llega, sin prisas, muchos matorrales estaban florecidos y húmedos, el olor a hierba y a flores llegaba desde todos los rincones del camino. También hemos oído mucho pajarito y abejitas (el campo es el campo y donde anidan los bichos). Todo muy bucólico y pastoril.

Hemos pasado por una ermita que parecía muy antigua y desde donde había una vista espectacular de la sierra y el mar.

Al final la caminata ha estado de tres horitas, frescas, soleadas y más cansadas de lo esperado. Hemos ejercitado el cuerpo, el tacto, el olor, el oído y la vista. Esta tarde siesta y libros. Mañana será otro día.

Chitos con b patokiski

22/3/08

Verde que te quiero verde (1)



No puedo evitarlo. Debe ser algo innato en mí, pero me encanta el monte. Tengo debilidad por todo lo verde que se riega con el agua del cielo y que crece gracias al sol. Debe ser que estoy como una cabra (por si no lo habíais notado) y que me encanta triscar como mis hermanas.

No tengo especial manías por el tipo de verde a triscar. Puede ser bosque, monte bajo, matojos varios, praderías o simplemente campo abierto, sembrado o en barbecho, con pedruscos o sin ellos, me da igual, mientras sea naturaleza...

Debe ser mi degeneración profesional (o degeneración ociosa), que me hace comparar los terrenos y las cosas que crecen en las regiones naturales de allá donde me paseo de vez en cuando. Estos días aprovecho para recordar los campos de Castilla (que falta hacía) y, sin poder evitarlo, compararlos con los que estoy acostumbrada a pisar y triscar cada vez que puedo por las cercanías de mi ciudad.

No es fácil acostumbrar la vista a los mares calmados de la tierra castellana. Todo lo que alcanza la vista es verde, dorado o de color ocre si ya está labrado, según la estación. El sol hace mella en la vista y no es difícil ver espejismos si estás mucho tiempo bajo la luz brillante de Don Lorenzo.

Pero Castilla no es sólo campo abierto. Los ríos que la cruzan son franjas de álamos y chopos que susurran con el viento. Sus hojas verdes y plateadas dan un aire de magia al paso tranquilo del río. A las puertas del pueblo de mi madre pasa uno de esos pequeños ríos, afluente del Duero. Cuando me viene el insomnio a eso de las cuatro de la mañana me gusta levantarme, abrigarme (porque en las madrugadas castellanas hace un frío que pela, en cualquier época del año) y subirme a lo alto del castillo de los árabes, aquél que conquistó ya hace mucho el Cid Campeador, don Rodrigo, donde un pedacito de historia me (nos) pertenece a quienes tenemos raíces en ese lugar.

Subo a oscuras a la torre, o a lo que queda de ella, porque me sé la colocación de cada predrusco, que para eso lo subí cientos de veces en mi adolescencia. Una vez encaramada me siento con los pies hacia fuera, mirando al este. El color del cielo ya no es completamente negro, empieza a azularse. Las estrellas tienden a desaparecer. Me tumbo y respiro hondo. Hacía demasiado tiempo que no estaba aquí. Cierro los ojos y todavía oigo las risitas y los susurros de aquellos jóvenes que fuimos y pasamos tantas madrugadas en este lugar.

La luz empieza a ser algo más intensa. Todavía no ha salido el sol pero ya puedo ver con claridad todo el pequeño valle. Nunca me canso de mirarlo, de recordarlo... el río es una verde herida entre los campos de cereal, las eras y los huertos.

Don Lorenzo se despierta. Siempre se ruboriza por las mañanas, no sé si es porque se lo ha pasado en grande con Doña Catalina o es que ha tenido sueños no muy decentes y sólo de recordarlo se pone colorao. Pero no le dura mucho. Su tez se vuelve dorada a medida que pasan los minutos y su resplandor empieza a calentar mi piel debajo de la sudadera y el paravientos. Me quedaría aquí eternamente, pero mi estómago empieza a hacer ruido. No es muy poético quedarse en este lugar mientras aquí el colega se queja de que necesita algo para llenarse, así que me levanto y bajo de mi atalaya para ir a por pan y darme un buen almuerzo.

Hoy puede ser un gran día, por lo menos ha empezado bien. Otro día os cuento más sitios verdes.


20/3/08

Miradas 1


Si hay una cosa en la que me fijo con bastante frecuencia es en los ojos de la gente. Me gusta describir a la peña por sus miradas y por sus gestos. Para muestra un botón.

Azul cielo

Contigo aprendí (A. Manzanero)

Contigo aprendí
Que la semana tiene más de siete días
A hacer mayores mis contadas alegrías
Y a ser dichosa, yo contigo lo aprendí
Contigo aprendí
A ver la luz del otro lado de la luna
Contigo aprendí
Que tu presencia no la cambio por ninguna

(1986 Sony Music Ent. (México), S.A.)




Cada vez que enciendo mi ordenador y me sale la pantalla de windows ’98 una sonrisa aparece en mis labios. Y la mente se me va a una faz cuajada de arrugas, cabellos blancos y boina negra calada. Camisa clara de rayas, chaleco negro de raso, pantalones de pana oscuros y sandalias de cuero. La eterna cachava(*) en la mano y la otra libre para sujetarme. La palma que se me ofrecía me brindaba una calidez eterna. Esas manos cubiertas de callos de la azada, de tantos surcos cavados y sudados, de tanto trabajo y de tantas caricias...

Sus ojos eran del color del cielo de los campos de Castilla en verano. Y en su fondo tililaban las estrellas que mirábamos juntos cuando era ya noche cerrada. Mi pelo entonces era, como él un día me dijo, del color de la mies demasiado madura. Dejaba que me subiera al trillo, para triturar la paja, con aquella inmensa mula blanca delante, con las crines y la cola gris. Recuerdo muy bien aquel animal. Le había dado manzanas a escondidas, azucarillos y zanahorias. Eran para ella golosinas. Mis ojos de cielo mimaron a su mula hasta que murió de vieja. Pocas veces he visto llover a ese cielo, y una fue el día que me contó que había encontrado a la pobre Blanquita echada sobre la paja, sin vida. - Una muerte tranquila, - me dijo, - como me gustaría que fuese la mía.

Mis ojos color del cielo me daban paz. Y todavía me la dan cuando le pienso, cuando le recuerdo... la ternura con que me miraba, el cariño con que me enseñaba, la paciencia con que respondía a mis preguntas. Yo siempre he sido de carácter muy inquieto y preguntón. A veces ahora me sorprende la paciencia que tenían mis ojos color del cielo cuando me encuentro en el mismo berenjenal que ellos, cuando mis peques empiezan a preguntar y no acaban. Cuando se me acaba la paciencia me viene a la mente mi querida mirada de cielo y entonces sonrío y sigo contestando. Supongo que debo de poner una cara peculiar al evocarla, porque los peques se tranquilizan y entonces dejan de preguntar.

Empecé a descubrir el mundo con la mirada de cielo. Me llevaba a todas partes y me enseñaba con paciencia infinita. Me aleccionó en cosas del mundo y cosas del alma, en cosas del cuerpo y de la mente. Me leía cuentos y poesía antes de ir a dormir, iba conmigo a misa y me explicaba las partes de la celebración y el porqué de las cosas, o su visión de ellas. Me enseño a escuchar el campo y el río, a sentir el canto del viento entre las hojas de los chopos y los abedules, bebíamos agua de las múltiples fuentes que rodean el pueblo y me contaba cosas de los tiempos pasados. El tiempo no tenía secretos para su atenta mirada y era capaz de oler las tormentas de verano.

Una de las cosas que más me gustaba hacer con mi mirada de cielo era salir a pasear después de una tormenta. La excusa era ir a buscar caracoles, pero siempre acabábamos por perdernos entre los rastrojos o entre los caminos encharcados, oliendo a tierra fresca y a mies mojada, saboreando cada paso, cada piedra, cada mata...

Mi mirada azul cielo era sabia, conocía todas las plantas y sus remedios, todos los animalillos y sus beneficios o perjuicios para el campo. Me enseñó a pescar cangrejos en el río. Eran un bocado exquisito en aquel entonces. Mi madre los preparaba con cebolla y tomate y hacíamos fiesta grande. Los cangrejos eran feos, verdes y llenos de patas, pero cuando mi madre los sacaba de la cazuela eran de un color rojo vivo y muy sabrosos. Hace cuatro o cinco años volví a pescar cangrejos por casualidad. Todos los recuerdos se agolparon en mi mente en un segundo. Sabía como usar las pequeñas redes y cómo poner correctamente el cebo y, por supuesto, como capturar al incauto cangrejo sin que me pillara un dedo con las fuertes pinzas. Mis acompañantes se quedaron de piedra, como me pasa cuando la gente me ve como una urbanita y descubren que tengo más de una cara. Mi mirada azul cielo me enseñó a mostrar entusiasmo por cualquier cosa por sencilla que fuera, a apreciar lo que tengo y a aceptar un mendrugo de pan como si fuera el manjar más exquisito de la tierra.

Mi mirada azul de cielo siempre llevaba una alforja al hombro. En ella llevaba un trozo grande de pan, algo de queso y la bota de clarete casero hecho con sus manos. Cuando nos cansábamos de trabajar o de caminar, nos sentábamos en una piedra del camino o en una sombra y sacaba la navaja de empuñadura de marfil, cortaba una rebanada de pan, un trozo de queso y me lo ofrecía. Y aquello era para mí la mejor de las comidas. Y entonces... mi mirada azul cielo empezaba a contarme cosas que después me ayudarían a sentir y a conocer el mundo con otros ojos.

Mi mirada azul de cielo se fue sin avisar, nadie esperaba su marcha a otro lugar con más paz de la que ya tenía. Sólo recuerdo de entonces un día con muchas prisas y la llegada dos días más tarde de mi madre con mi abuela y mi padre, con el rostro compungido y los ojos llenos de lágrimas. Era un día de noviembre y hacía mucho frío. Y mi corazón se quedó mucho más frío que el ambiente cuando me llegó la noticia.

Pero el tiempo pasa, todos los recuerdos se suavizan, y sólo lo bueno perdura. Mi mirada azul de cielo tenía un dicho que le gustaba mucho usar: “quien no conoce abuelo, no conoce un día bueno”. Cuánta razón tenía.

(*) Cachava: bastón de madera de una pieza con el mango curvo.

Hala... ya piqué

Después de muchos intentos y muchos entornos probados, aquí estoy, "posteando" (no sé si el verbo está ya en el diccionario de la RAE, pero poco le faltará). Sólo me he apuntado a la moda de miles de miles y miles de personas que explican sus cosas y pensamientos en la red, sin más pretensión que pillarle el tranquillo a esto de escribir.

Bueno, espero no aburrir demasiado.

Chitos kon b patokiski. No se me cansen.